Quién no ha querido ser alguna vez la Catherine de los desvelos de Heathcliff? Diría que todas las mujeres nos hemos enamorado un poco, en un momento u otro de nuestra vida de ese antihéroe brusco, rencoroso y malvado, reconociendo o, mejor, buscando en su maldad su amor atormentado y equivocado por Catherine. Quién no se ha imaginado paseando en los ventosos páramos de Cumbres Borrascosas, aisladas del mundo y de la razón en un rincón inhóspito de la Inglaterra de finales del siglo XVIII?
Sin ser la novela de mi vida creo que todo el mundo debería leer Cumbres Borrascosas, al menos una vez en la vida.
La he releído de nuevo hace poco y, sin calarme tanto como cuando la leí por primera vez (quizás no estaba ya el factor sorpresa o a lo mejor es que me hago vieja) y los caprichos de Catherine me han parecido justamente eso, caprichos de niña consentida más que muestras de verdadero amor, he vuelto a sucumbir al romanticismo desgarrado que destila la novela.
Para mí es un libro que vale mucho la pena.
Sin ser la novela de mi vida creo que todo el mundo debería leer Cumbres Borrascosas, al menos una vez en la vida.
La he releído de nuevo hace poco y, sin calarme tanto como cuando la leí por primera vez (quizás no estaba ya el factor sorpresa o a lo mejor es que me hago vieja) y los caprichos de Catherine me han parecido justamente eso, caprichos de niña consentida más que muestras de verdadero amor, he vuelto a sucumbir al romanticismo desgarrado que destila la novela.
Para mí es un libro que vale mucho la pena.